viernes, 31 de octubre de 2008

Nueve Reinas

Director: Fabián Bielinsky

Por Eduardo Pacho

Nueve Reinas es una estimable película argentina cuya baza principal está en el guión y en un trabajo actoral más que reseñable.

La película arranca con una serie de hurtos que afianzan la relación entre los dos protagonistas. Son robos de poca monta con los que el cicerón Ricardo Darín trata de aleccionar a su discípulo. Quizá sea la parte más floja de la película-junto con el final, más que discutible- ya que parecen más trucos de feria por cómo están rodados: desde el punto de vista cinematográfico no aportan nada a los personajes ni a la historia y sólo amplian el metraje del film.

La película va creciendo a partir de ese momento, con el robo que da nombre al título de la película. EL guión da vida a nuevos personajes que hacen crecer la historia y matizan a los protagonistas-excelente la escena en la cárcel entre padre e hijo-. Los personajes hablan por ellos mismos, pero nosotros podemos tomar el pulso a la sociedad argentina. Para muestra un botón: el pibe que está en el metro y que deja unas estampitas para que le den unas monedas. Juan le da a elegir entre un coche de juguete y un billete de 10 pesos. Una sociedad en la que un niño prefiere la plata al ocio, está corrompida. Esa misma escena dentro de una película del neorrealismo italiano no desentonaría; lo grave es que Vittorio de Sica rodó Ladrón de Bicicletas hace 60 años. De todas formas además del significado en sí, la escena está rodada con sencillez, sin subrayar nada, lo que hace que el efecto sea más intenso.

Los actores están francamente bien. Ricardo Darín, que nos tiene acostumbrados a trabajos más tiernos, clava el personaje. Necesita de una perilla que le haga parecer menos amable, pero su interpretación es convincente. También está más que correcto Gastón Pauls, que con su cara de niño bueno nos provoca cierta empatía. Los secundarios, a parte del "gallego" que no resulta muy creible, realizan un buen trabajo.



La trama engancha y el ritmo es frenético: ¡La cantidad de cosas que pasan en un día! La verdad es que dan ganas de vivir así de intensamente, algo similar a lo que ocurre en ¡Jo, qué noche! de Scorsese.

El error más destacable es el final, que consideramos tramposo. Hace unos días hablábamos de las trampas de Funny Games, pero en este caso la trampa afecta a todo lo que nos han contado y sugerido desde un principio. Para este viaje no hacían falta tantas alforjas: visto con perspectiva nos han inducido a una cosa que luego no es, pero lo han hecho en repetidas ocasiones, con intención manifiesta. Uno se siente manipulado y el guión es demasiado bueno para esa vuelta de tuerca, que parece la sorpresa final que todo el mundo espera pero que aquí es superflua. Es más interesante la realidad social y la riqueza de los personajes que el robo en sí mismo, aunque es de rigor reconocer la originalidad. Eso sí, una vez acabada la película, tener que rememorar ciertas escenas previas para comprobar la verosimilitud siempre es negativo.

En fin una buena película en su conjunto con alguna laguna innecesaria. Es una lástima porque recortando alguna escena inicial para conseguir un metraje de 90 minutos y con un final más convencional podría haber sido un excelente film.

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